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Foto del escritorEdurne Baeza San Martín

GESTIÓN DE LA FRUSTRACIÓN: CLAVES





¡No soporto que esto no haya salido como yo deseaba! ¡He puesto tanta energía e ilusión en ello! Me retuerzo por dentro. Me duelo, sufro. Pero dicen que querer es poder. Entonces tengo que poder hacer algo, me digo. Y me empeño. Lo intento del derecho y del revés. Me obceco, incluso puedo llegar a obsesionarme. Pero no lo consigo. Más frustración. Pero no… ¡No puede ser! ¡Tengo que poder! Pero no, no puedo... Esta vez no… A veces sucede. Así que tengo que culpar a alguien. Y lo hago. Y aún así, sigo rabiando y me duelo y "pataleo". Pero nada de esto hace que las cosas cambien y sean como yo deseo. Solo incrementan mi malestar.


A veces no puede ser y punto. A veces no hay otro camino que la frustración. Vivirla, atravesarla.


Bien, muy bonito, pero esto, ¿Cómo narices se hace?


No es cierto que querer es poder. A veces sí, a veces no. Pero se nos manda este mensaje. “¡Piensa siempre en positivo!”, “¡Si vas a por lo que te propones lo consigues!”.

A esto se le suma que vivimos en una sociedad de excesos e inmediatez. Y claro, sucede: nos desajustamos en la fantasía de omnipotencia y control. Y no, no podemos controlarlo todo; y sí, nuestro poder es limitado. Esto es lo real, así es la vida. Y entonces sufrimos. Pero sufrimos de más, porque no se nos suele enseñar a gestionar la frustración. No sabemos cómo salir de ese “lugar” y encallamos. Encima alimentamos el malestar con nuestras pataletas, estrategias y empeños...


¿Qué no ayuda?


  • No ayuda a gestionar la frustración negarla, reprimirla o “pelearse con ella”. Si negamos lo que estamos sintiendo, nos estamos negando a nosotrxs mismxs. Y esto nos generará más sufrimiento.

  • No ayuda regocijarse, darle una y mil vueltas a aquello que ya no se puede modificar y que escapa a nuestro control. Si ponemos toda la energía en esto que nos frustra, nos quedamos sin energía para el resto de la vida.

  • No ayuda descargarla con quién no tiene nada que ver con el asunto. Esto solo puede incrementar el sufrimiento. Por la culpa, por la suma de conflictos...

  • No ayuda juzgarnos, culpar, culparnos o exigirnos.


¿Qué ayuda?


  • Ayuda a gestionar la frustración el amor: mirarnos y tratarnos amorosamente. Eso que con mayor probabilidad haríamos con otrxs.

  • Ayuda comprender que lo que estamos sintiendo es normal. Aceptar el dolor y darnos espacio y tiempo para sentirlo, sin más. No “hacer” nada. Solo sentir nuestra frustración y entender que es absolutamente natural vivirla. Cuando permitimos que lo que "Es" sea, paradójicamente lo atravesamos.

  • Ayuda ajustar las expectativas: aprender a distinguir sobre qué podemos influir y sobre qué no.

  • Ayuda recordar que la vida es movimiento, que no hay nada permanente. Y entender que sin duda alguna, este dolor también pasará, como pasa TODO.

  • Ayuda “mirar” más allá de la frustración. Abrirnos a que otras cosas nos “toquen”; darnos “permiso” para seguir y movernos de donde estamos encalladxs.

  • También ayuda entender, que en ocasiones toda esa frustración con la que nos encontramos, es tan grande por acumulación no gestionada del pasado. Porque no se nos permitió expresarla, o porque entendimos que no debíamos permitirnosla y la fuimos cargando.


En fin, que como con todo dolor, lo que sin duda va bien es darnos mucho amor. Y esto, tiene que ver con la aceptación, con el respeto, la suavidad, el movimiento… Que es justo lo contrario de lo que solemos hacer.


¿Qué le ayuda a alguien que lo está pasando mal? Pues todo eso.


***Suena: “To build a home”. The Cinematic Orchestra.

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